"Diverso es el lívido original, de esos que golpean muebles y objetos. Pero este cenestésico talento, en mi padre estaba ausente totalmente, instigando a que viera solo la postura del cuerpo de mi madre...
Los dos esposos estaba sincronizados en varias formas: Mi madre prefería pensar en sus mejores años, en tanto mi padre, la entretenía con poemas; su preferido fue escrito por el autor de Alicia la distraída, que narra la ridícula historia de un tiburón-serpiente, la misma que tenía por costumbre contármela interrumpiendo el flujo del aire durante fonación, para darle una funesta atmósfera a la historia.
Para aliviar mi aburrimiento, yo solía acariciarme el clítoris en secreto, y cuando por el placer llegaba a mi orgasmo, metía mi cabeza bajo la almohada. A veces, mientras miraba mi clítoris, me preguntaba en mi mente infantil si este instrumento del sexo, que parecía tan indefenso bajo la ropa interior, tenía la forma del miembro masculino.
A pesar de su inclinación por la fantasía, mi padre era una criatura aburrida y ordinaria, por ello lo evitaba y al igual que la peste se quedó sin devotos, yo, deje de creerle.
Por las mañanas me daba mimos, o bien me frotaba contra el hueco de su estómago, o bien me abrazaba con sus esqueléticos brazos, y si no fuera porque sabía que a él le encantaba comer, le habría creído anoréxico. Yo en cambio, solía jugar con los vellos de su pecho y le susurraba al oído que era el mejor padre del mundo.
Aunque su delgadez me parecía repulsiva, me atraía la idea de examinar su microscópico pene, imaginaba su color y creía que el glande tenía diamantes incrustados...
Continuará en la siguiente publicación que haga.
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